| Hay un porqué y un fin para todas las cosas que existen o se
producen en la Naturaleza.
En los seres
en los que se da un fin, es por ese fin por lo que se ha hecho todo lo que le
ha precedido, lo anterior, y todo lo que se sigue de ello. Así pues, tal es una
cosa cuando se ha hecho, tal es su naturaleza; y tal es por su naturaleza, tal
es cuando se ha hecho, a no ser que haya algo que lo impida. Ahora bien, se ha
hecho con vistas a un fin; luego ese fin es su naturaleza propia [...]. Esto
es, sobre todo, manifiesto en los animales distintos del hombre, que no hacen
lo que hacen ni siguiendo las reglas del arte, ni tras estudio, ni por
reflexión; y de ahí que a veces se haya preguntado si las arañas, las hormigas
y todos los seres de este género no ejecutan sus trabajos con ayuda de la
inteligencia o de otra facultad no menos alta. Dando unos pasos más en este
camino, se ve que en las mismas plantas se dan las condiciones que concurren a
su fin; y que, por ejemplo, las hojas están hechas para preservar el fruto. Por
tanto, si es por una ley de la naturaleza, si es con vistas a un fin preciso
por lo que la golondrina hace su nido, y la araña teje su red, si es por sus
frutos por lo que las plantas tienen hojas, y para nutrirse por lo que desarrollan
sus raíces hacia abajo, y no hacia arriba, es claro que hay una causa del mismo
orden para todas las cosas que existen o se producen en la Naturaleza toda.
Aristóteles, Física, II, 8, 199a. |