| En cuanto a este estudio, en cambio, no es que una parte
estuviera previamente elaborada y otra no, sino que no había nada en absoluto.
En efecto, la educación impartida por los que trabajan a sueldo en torno a los
argumentos erísticos sería más o menos semejante al estudio de Gorgias: pues
daban a aprender de memoria, los unos, enunciados retóricos y, los otros,
enunciados interrogativos, en los que creían respectivamente, unos y otros, que
acostumbraban a caer la mayoría de argumentos. Por ello la enseñanza, para los
que aprendían de ellos, era rápida, pero sin técnica: pues dando, no la
técnica, sino lo que se deriva de la técnica, creían estar educando, como si
uno, declarando que va a transmitir el conocimiento de cómo no hacerse daño en
los pies, no enseñara, ni la técnica de hacer zapatos, ni de dónde
procurárselos, sino que diera muchos tipos de calzados de todas clases: pues
éste contribuiría a una cosa útil, pero no transmitiría una técnica. Sobre las
cuestiones de retórica existían ya muchos y antiguos escritos, mientras que
sobre el razonar no teníamos absolutamente nada anterior que citar, sino que
hemos debido afa-narnos empleando mucho tiempo en investigar con gran esfuerzo.
Y, si después de contemplar la cosa, nos parece que, como corresponde a aquellas
<disciplinas> que están en su comienzo, este método está en su lugar
adecuado al lado de los otros estudios que se han desarrollado a partir de la
transmisión <de algo anterior>, no os quedará, a todos vosotros que
habéis seguido las lecciones, otra tarea más que la de tener comprensión con
sus lagunas y mucho reconocimiento para con sus hallazgos.
Aristóteles, Sobre las refutaciones sofísticas, 183b-184b. |
|
|